Es una práctica que regula la ley y que resulta obligatoria
para todos aquellos propietarios de vehículos fuera de uso que se quieran
deshacer de los mismos. Es decir, que todos los coches que ya no sirvan y vayan
a abandonarse, deben ser llevados hasta un centro autorizado de uso y
tratamiento, es decir, a un desguace, para que sean convenientemente tratados y
descontaminados, en lugar de que sus restos acaben vertidos en el medio ambiente.
Pero lo que muchos no saben es que vender coches para desguace puede
ser una práctica lucrativa que reporte unos buenos beneficios al vendedor,
sobre todo si además se trata de vehículos en un buen estado relativo, con
muchas piezas que se puedan considerar recuperables para ser puestas a la
venta, o si se trata de un vehículo con una buena demanda por parte de los
clientes que buscan componentes de segunda mano. En cualquier caso, el vendedor
no se suele ir con las manos vacías, y si no está satisfecho con la tasación
que le ofrecen por su vehículo, siempre puede pedir una segunda tasación a otro
desguace y escoger el que mejores condiciones ofrezca en el plano económico.
La inmensa mayoría de desguaces suelen ocuparse de todos los
aspectos del proceso, una vez que el cliente confirma la venta del vehículo.
Ello incluye en primer lugar, por supuesto, la recogida del vehículo mediante
la grúa, lo cual casi siempre suele ser un servicio gratuito, salvo que haya
que recorrer grandes distancias que justifiquen un sobrecoste o complemento.
A continuación el vehículo se recepciona en las
instalaciones del desguace y se procede a darlo de baja de la base de datos de
la Dirección General de Tráfico. Desde ese mismo instante el vehículo de forma
oficial ya no existe. Y es entonces cuando los trabajadores del desguace pueden
empezar a destriparlo y extraer todas las piezas que puedan, que se encuentren
en buen estado y que sean aptas para ponerse a la venta. Para ello los
mecánicos las revisan una por una.
Si tú también quieres ahorrar en la reparación de tu coche
te recomendamos que optes por adquirir piezas de segunda mano. Pero ten cuidado
de a quién te diriges. No es lo mismo comprarlas a cualquier particular que sea
un desconocido y de cuya fiabilidad no tengamos garantía alguna, que recurrir a
empresas de reconocido prestigio, que son en el fondo las primeras interesadas
en vender material de calidad para seguir manteniendo una buena reputación, y
ante las que se puede reclamar en caso de avería antes de que se cumpla el
período estipulado por las condiciones de la garantía.
No lo dudes, si necesitas ahorrar puedes confiar en las
empresas de desguace.
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